Bitácora de una librería que no va a la Feria del Libro de Granada

Por Luciana.

No, jóvenes, este año no vamos a la Feria.

Hace varios meses que muchas personas del barrio, escritoras y editoriales nos lo preguntan y respondemos que no, que este año no. Y vaya sorpresa para ellas, se nos quedan mirando extrañadas (si es por teléfono, se quedan en silencio unos segundos medio incómodos sin saber qué decir), y preguntando acto seguido que por qué.

Como dice nuestra amiga Marga, no me gusta el chisme pero me entretiene, y aquí se aplica este cuento. Eso es lo que les debe pasar, que no quieren saber porque no se consideran cotillas pero vamos, saber, quieren saber.

La respuesta es sencilla: estamos sumamente agotadas. Al límite. Y consideramos que sin salud (mental y de la otra, de la más conocida) es imposible trabajar.

Pero claro, llegamos al jueves previo al primer día de Feria (ayer mismo) y tanto Alberto como yo nos hemos quedado mirando unos segundos hasta que nos confesamos: «qué bien no estar ahora mismo montando la caseta, pero qué penita nos da no ir».

Somos hijas del rigor

Síjamías, somos un poco hijas del rigor. Porque sabemos que no ir es lo correcto pero si estuviéramos ahora mismo en la Feria, ¡qué bien nos lo estaríamos pasando! Porque lo que nos gusta la Feria, lo sabe bien Granada, lo sabemos bien todas, amigas. Es por eso que la gente se sorprende cuando les decimos que este año no vamos, porque saben que lo pasamos pipa, que a la Feria la gozamos, a pesar de la reventaera que supone montar y desmontar en 10 días, con la librería abierta, con las firmas en la caseta, comiendo mal, durmiendo como troncos por el agotamiento, con la voz cansada, y siempre contentas hablando de libritos guapos. Que se nos nota que nos gusta, vaya.

Jueves de montaje

Servidora, ayer por la mañana, tuvo que ir al centro de Granada a hacer unas gestiones y tuvo (un poco me obligué) que pasar por la Carrera de la Virgen. Me dije, ay, shó paso a saludar. Y eso es lo que hice.

Me crucé con Rakel, que rauda iba a la caseta de Blackie Books a recibir el pedido que desde ayer estaba esperando. Siempre es una alegría hablar con ella porque te da un chute de energía enorme, venía con su mochila y sus cosas de pilates, listísima para la aventura del montaje de la caseta.

Seguí subiendo hacia la Fuente de las Batallas y, más allá, me encontré con la caseta de La Biblioteca de Carfax. Con Shaila arreglamos el mundo, discutimos sobre el ejercicio del desbocarse en redes sociales y cómo se vincula la gente a través de las pantallitas. Me hubiera quedado a vivir con ella, y con sus padres, que pasaron a saludar por allí.

Más allá estaba la caseta de Comares, a quienes también pasé a saludar y a mirar sus libritos guapos, como si no me conociera de memoria su catálogo. Pero vaya, que son tan preciosos que yo me tenía que parar a verlos.
Y también me crucé con Rocío de Col&Col, quien también estaba esperando el pedido de Punxes desde ayer. La preocupación de que no te lleguen los libros cuando tú estás en la caseta, esperándolos, genera una impaciencia que el reloj no conoce. Porque la que espera, desespera.

A la última que vi fue a Mar de Baker Street quien me recibió con una abrazo y me dejó entrar a las nuevas casetas de la Feria. Desde luego, son más amplias y parecen más cómodas. El mostrador es más grande igual que el pasillo interior, una gozada.

Me estaba yendo cuando veo al repartidor de Les Punxes, el mismo que esperaban Raquel y Rocío. Ver a tu repartidor en medio del montaje de la Feria es como recibir la lluvia, un aliciente. Allí me metí shó a echarle una mano para que el caballero acuda a su cita con ambas, a informarle que no se agobie por haber aparcado mal, que hoy la poli no le va a decir nada, que a ver dónde están las casetas estas, que ayer puse incidencia porque nos las encontré, y no sé qué vainas más. El pobre estaba algo agobiado, pero no le tembló el pulso cuando me dijo que, si no las encontraba, que se llevaba los pallets de nuevo al almacén. ¡Oiga, no! Que no sabe usté lo que es abrir la Feria y no tener libros, que si quiere le cuento…

Me fui, no le conté nada. Seguí subiendo hacia la Fuente de las Batallas, me encontré con la caseta que tuvimos el año pasado y pensé: «sentimientos encontrados, desde luego», porque no quiero ir a la Feria, que estoy muy estresada, pero ¿y lo bien que me lo estaría pasando si estuviera aquí?


PD: paso un Anuncio Parroquial: mañana sábado 10 de mayo, estaremos con Isa de La Biblioteca Invisible y Dani de El Asterisco en una mesa bien redonda, hablando de COMUNIDADES DE CLUBES DE LECTURA en el Pabellón Granada que está al lado del Restaurante Chiquito. Será a las 13:30hs y ojalá veamos caras conocidas allí.