El jueves, durante la firma de José César Perales

Cansancio se escribe con jota de jueves.

Bitácora de una caseta en la Feria del Libro de Granada.

Sí, ya entramos en el agotamiento físimo y mental. Tardamos bastante, te digo. El año pasado, al menos yo, había perdido la voz el primer domingo de Feria. Pero claro, fue muy distinto: no solo era primer domingo de Feria, si no que presentamos a Clara Obligado, luego ella vino a firmar a nuestra caseta, y era el mismísimo Día del Libro.

Esta mañana me toca ir a la librería, todo son despistes: que dónde está el cargador del móvil, que si le podemos bajar un libro a fulanita de tal, que menganita de cual quiere un libro y nos lo pide por WhatsApp pero lo quiere en la caseta. Estas cosas, los primeros días de Feria, no nos pesan nada y las hacemos con alegría. Pero en el sexto día de Feria, ya nos supone una mochila muy pesada. Nos olvidamos la mitad de las cosas que nos piden, y nos enfada muchísimo, porque la palabra hay que intentar cumplirla. Y no nos dá la vida para más.

Pedimos disculpas reiteradas veces por todos los olvidos y despistes, y como sois un encanto, nos decís que no hay nada que diculpar. Menos mal, porque nos agobia mucho, la verdad.

Un rato antes de cerrar la librería, aparece la Pilarica, nuestra amiga de la librería, quien nos trae un regalo (ella a nosotros) por su cumple: dos cupcakes espectaculares que nos zamparemos a la hora del café en la sobremesa. ¡¡¡Felis cumple, Pilar!!!

¡Madre mía los cupcakes de Jessicakes!

Por la tarde, Encarni Torres Prieto, la locutora de la Feria, nos vuelve a traer cosa buena: unos saladitos espectaculares de su vecino de abajo de casa que tiene unas delicias increíbles. Alberto me dice: «A la Feria hemos venido a engordar», y tiene razón. Entre que nos gusta comer más que nada en el mundo y estos caprichos que nos regalan, nos va a costar subir al Realejo con los kilos que vamos a sumar.
Y no nos importa, porque preparamos mate y le entramos a la caja que trae Encarni como si no hubiera un mañana.

Encarni, ¡nos encantan tus regalitos!

Alberto ya no da más. Se sienta en la sillita del cole, afuera de la caseta, a escribir Citas a Ciegas. Nos viene a visitar el escritor Rafalé Guadalmedina, con quien hemos presentado a principios de este mes su último libro en el barrio, de concurrencia multitudinaria, en el Papaupa.

Rafalé Guadalmedina, señala a Alberto, sentado en la sillita y cansadísimo.

Alberto decide entrar a la caseta. Se tira más de una hora sentado en el suelo de la misma, debajo del mostrador, escribiendo citas a ciegas. Está realmente agotado, y se le nota. «Ya noto el bajón de la Feria», me dice. Y se le nota, la verdad.

Viene José César Perales a firmar su libro. Es un encanto, simpático y amable. Viene mucha gente a su firma, entre ellas su madre, otra persona encantadora con quien me pongo a hablar sobre su asistencia a la Universidad para Mayores.
En ese momento, viene mi amigo del barrio León con su mamá Vivian. León es un gran lector, con sus nueve años ya destripó mil veces a Perro Apestoso (del que era gran fan cuando era más peque) y hoy apareció en la caseta con un ejemplar recién adquido de EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE de mi amado Harry Potter. Conversamos sobre el libro anterior, LA ÓRDEN DEL FÉNIX y le pregunto si ha llorado con él como me ha pasado a mi cuando lo leí. Me informa que no, que eso no le ha pasado. Con su madre, concluimos que eso de llorar es para peques.

Alberto sigue preparando Citas a Ciegas, José César Perales firmando y yo tomando mate, mientras repite visita María, Paula la traductora, mi padre viene de repente (mi madre está fatal con «la alergia», le pican los ojos y se siente muy cansada y se queda en casa).

¿Puedes saber de qué libro se trata, solo con lo poco que le he escrito a este ejemplar?

Alberto parece recuperarnse cuando falta una hora para cerrar, entonces me voy yo de paseo con mi padre por las casetas. Saludo al tito Jándula que está en la caseta de El Paseo, a Marcos de Ya lo dijo Casimiro Parker, que vino especialmente desde Madrid, a Raquel que está en la caseta de Blackie y con quien nos tiramos un buen rato cascando del catálogo de esta editorial y hacemos lo mismo con la caseta de Libros del Zorro Rojo que nos flipa una barbaridad.

Empezamos a cerrar la caseta, que ya es hora. Intentaremos descansar, a ver si es verdad, que mañana es el último viernes de Feria y promete bastante. El finde será igual de potente, seguro, y tenemos que recuperar fuerzas.