SOLO QUERÍA BAILAR, de Greta García.

Reseña de Luciana.

Este finde me leí de un tirón esta barbaridad de Greta García, esta «artista de la pista», como se autoproclama: creadora escénica, bailarina, coreógrafa, payasa y directora teatral y circense que vino a ¡¡¡Tremenda!!! el pasado mes de abril para presentar SOLO QUERÍA BAILAR, y firmar ejemplares en nuestra caseta de la Feria del Libro de Granada.

Greta García presentando SOLO QUERÍA BAILAR en la librería, el pasado 27 de abril, junto a Rosa María Herrador y Marisa Refoyo.

No fue hasta estos días de verano en que pude leer este debut literario de Greta que no hace más que obligarnos a querer seguir y seguir leyendo y saber qué va a pasar en sus líneas. Hay que decir que me reí muchísimo, y todo el tiempo estaba diciendo en voz alta: «se va a calentar… la Pili se va a calentar…» mientras me partía de risa.

Nuestra Pili, la protagonista de esta historia, es bruta, pero bien sincera. Tiene el cerebro que le «va a estallar de palabras de mierda», y menos mal, Pili, no es posible explicar tu ira de otra forma. Te queremos por eso.

«Era un acto de odio, pero era también un acto de amor».
Dice que, por hacer caso a su corazón, a su odio, fue feliz por un rato. Ella es bailarina, y esa ira que la come por dentro la ha llevado a vengarse de la burocracia de la Institución de una forma macabra, y por ello cumple condena.

«Aquí estaba yo solita con mi ira».
Y tenía que venir la Pili para pegarnos esta colleja bien fuerte y hacernos ver la verdad que alberga su odio. Un odio que todas llevamos dentro pero que solo ella se ha atrevido a sacar afuera.

Greta nos abre esta puerta al lenguaje soez, chabacano y bruto que tanto nos gusta (y compartimos), además de regalarnos el haberlo escrito en andalú, y se lo agradecemos doblemente: primero porque nos parecemos a Pili en buscamos la vida y no nos sale, porque la rabia es nuestra hermana pequeña que se está haciendo mayor, y porque no entendemos el mundo.
Y segundo, porque en esta casa somos de reivindicar las lenguas que todas hablamos, oficiales, no oficiales, o inventadas: porque nuestra lengua es nuestra identidad y la shevamos puesta donde quiera que estemos.

Es como dijo nuestra querida Sara, clienta y amiga, una de las primeras tremendas lectoras de SOLO QUERÍA BAILAR: «TODAS SOMOS PILI. Si alguien dice que (el libro) no le ha gustado y que no se lo ha leído de una sentá, no es de fiar».

Prepárense, amigas, vamos a insistir mucho con este libro, os va a gustar porque esconde miedos, broncas, traumas, gustirrinines. Un echapalantismo que conocemos bien y una sed de venganza que ya nos gustaría poder saciar.

No podemos más que agradecer a Editorial Tránsito por esta apuesta de la pasada primavera, pero que sha mismo puedes sentarte a leer estos días de verano que quedan. O en otoño, o en invierno, da igual: la historia de la Pili no perderá vigencia y la vas a amar.